Pau Navajas: “Cuando llegaron los jesuitas se dieron cuenta que la industria de yerba se había convertido en un verdadero obstáculo para su misión evangelizadora”.
“Los españoles aprendieron a tomar mate y a hacer yerba de los guaraníes , y conservaron las formas de producción que ellos tenían ; respetaron por supuesto la técnica de elaboración, pero también las condiciones de producción. No consideraron suficientemente atractivo el hacer plantaciones, porque la yerba era un bien sumamente abundante en la selva paranaense , y asumían el costo material y humano que tenía la producción de yerba como inevitable.
Cuando llegaron los jesuitas, aproximadamente un siglo más tarde que los españoles, se dieron cuenta que la industria de yerba se había convertido en un verdadero obstáculo para su misión evangelizadora , porque la producción de yerba implicaba la esclavización de los indios , y eso generaba la rebeldía violenta de los indios , y entonces no había forma de cumplir con su misión evangelizadora con la hostilidad que estaba generando la industria yerbatera dentro del monte.
Al principio ellos combatieron la yerba, condenaron la costumbre del mate y la producción de yerba principalmente por esta razón, pero al tiempo se dieron cuenta que no era la producción de yerba en sí lo maligno, sino la forma en que se hacía . Ellos se dedicaron, primero a comerciar yerba, luego a producirla, hacían contingentes de indios y se iban a producir yerba como los españoles, y a pesar de que intentaban mejorar las condiciones de trabajo, no podían evitar que fuese una actividad realmente muy peligrosa. Hay un jesuita que dice: “En un año solo los tigres se comieron a 65 personas. Había víboras, veneno y condiciones de alimentación muy malas, y los contextos de trabajo eran realmente muy duros. Entonces los jesuitas dijeron, “Bueno, tenemos que plantar esto, tenemos que reducirlo al huerto”. Y lo intentaron; se encontraron con que la germinación de la semilla era imposible, aparentemente, plantaban y no crecía . Entonces se tomaron el trabajo de hacer plantaciones sacando retoños, plantitas del monte, y trasladándolas cerca de los pueblos, y haciendo plantaciones con enorme dificultad porque las plantitas se morían. Muy lentamente hicieron sus primeras plantaciones, y al tiempo experimentaron y lograron hacer que las semillas germinen. La semilla de yerba tiene una película de gelatina, un gel muy duro, que es lo que impide que el agua ingresa en la semilla y desencadene la germinación . Entonces “los jesuitas observaron que los tucanes prestan una gran ayuda a esta planta”, dice algún cronista, porque al pasar por el tracto digestivo del ave, la película esa se disuelve, entonces la semilla germina en una forma que evolutivamente la planta desarrolló para evitar la competencia de su progenie cerca para que los hijos de la planta vayan a crecer lejos. Y así, lograron tener en cada uno de sus pueblos un yerbal, y llegaron a producir yerba. Nunca dejaron de hacer yerba nativa también los jesuitas, pero muy buena parte de su producción fue reducida a una agroindustria ; las condiciones tecnológicas se pueden controlar mucho mejor. Los jesuítas llegaron a vender su producto al doble de precio que la competencia. Ibas a un almacén y decías “dame yerba” y te decían “¿Qué querés, jesuíticas? Vale dos, la paraguaya, de palos, vale uno”. Era una yerba que hasta el color era distinto. Era sustancialmente superior a la yerba de los paraguayos. Eso es porque las condiciones bromatológicas de producción eran mucho más controladas, porque la plantación quedaba cerca, entonces se podía mejorar todo. El consumo de yerba por parte de los brasileños se inicia recién después de la expulsión de los jesuitas . Justo un poco de tiempo antes de esto, el Brasil se adueña de los pueblos misioneros de la banda oriental del Río Uruguay, y, junto con eso, adoptan la industria yerbatera, y junto con la población indígena que quedó ahí, la costumbre del mate. Las plantaciones fueron sometidas a una explotación insensata, insensible, que las exterminó en poco tiempo . Por más que los jesuitas intentaron enseñarle a algunos paraguayos cómo hacer yerba, no lo aprendieron, por cuestiones culturales probablemente, pero yo creo que lo más posible es que los paraguayos no veían las ventajas de cultivar, en una época de inestabilidad política constante, en una situación en donde la abundancia natural de la planta hacía mucho más fácil, y las restricciones a la explotación de la gente eran inexistentes. De hecho, hasta el Siglo 20 siguieron existiendo condiciones de trabajo esclavas, equivalentes a la época de la colonia.
Luego de la expulsión de los jesuitas, los cultivos entran en decadencia y no se reponen, con lo cual se regresa a la Edad de Piedra . El cultivo de yerba volvió a ser el mismo que era antes de que vengan los españoles, con la única diferencia de que usaban machete. Este uso es la única diferencia entre la industria más primitiva y lo que siguió siendo hasta finales del Siglo 19 principios del 20, cuando vuelve a surgir la industria moderna.
(*) Pau Navajas autor de “Caá Porã. El Espíritu de la yerba mate. Una historia del Plata” (Corrientes, 2013)