Los materos no se rinden: por el coronavirus, le dijeron adiós a la ronda grupal, pero adaptaron su hábito y lo mantienen bien vivo. Así define Clarin de Buenos Aires en una nota en la que indaga respecto de la cotidianidad en la pandemia y las exigencias del protocolo sanitario.
La producción de yerba registró el mejor abril de los últimos diez años. Testimonios de tomadores de mate en la era del Covid-19. Por las medidas sanitarias, miles de personas que antes compartían el mate en sus trabajos, ahora se las arreglan para tomar solos.
Está en sus cincuentas y es de los que se prenden en la ronda de mate por invitación o autoinvitación. Como es “mateador social”, el home office le jaqueó el hábito. En un principio intentó sostenerlo, desempolvando ese equipo matero archivado en la cocina, pero le ganaron la temperatura del agua, la cantidad de yerba, la colocación de la bombilla y otros secretos del cebado, sin contar el descubrimiento de su debílisima tolerancia a los primeros mates: los más amargos.
Aunque casos así hay muchos, cifras recientes del Instituto Nacional de la Yerba Mate revelaron que ni el coronavirus ni la cuarentena alteraron el consumo de yerba mate en el país. Al contrario: más allá de la recomendación de evitar compartir la principal infusión de los argentinos, la producción yerbatera de abril superó (con 24 millones de kilos salidos de los molinos) a la de los abriles de los últimos diez años.
Clarín contactó a algunos cebadores frecuentes para entender en qué medida la cuarentena reformuló la relación que mantienen con este “aliado cotidiano”, usando las palabras de los entrevistados.
Un caso interesante es el de Laura Terenzano: vive en Concordia, Entre Ríos, tiene 40 años y conduce el programa “Tarea Fina” (Radio Ciudad de Concordia), donde cada mañana despliega su fervor matero. “Pero tomo sola, no comparto el mate. De hecho, no lo hago ahora y no lo hacía antes, en parte porque todos tomamos yerbas distintas y además porque por la radio pasan invitados y mucha gente que no conozco… y cuando uno tiene chicos, bueno, se cuida un poco más. Así que, como a pesar de la cuarentena sigo yendo a la radio, diría que mi consumo personal no se vio afectado. Incluso, no compartir el mate me vino bárbaro para el ejercicio de la pandemia”, evaluó.
Laura Terenzano, periodista y conductora de un programa en la radio pública de Concordia, Entre Ríos, se ceba mate “individual” desde antes de la pandemia.
Laura Terenzano, periodista y conductora de un programa en la radio pública de Concordia, Entre Ríos, se ceba mate “individual” desde antes de la pandemia.
En cambio, dijo, el que sufrió un “transformación matera” fue su marido, Federico García Belmonte (45), quien enseguida se sumó a la charla: “En general soy tomador de mate, tanto en el desayuno como una o dos veces más en el día. Pero estando en mi casa por la cuarentena, se intensificó un poco más. Ocurre que me muevo de acá para allá con el mate y me estoy dando cuenta de que antes no me terminaba un termo entero, ahora sí. Además, en general vaciamos la yerba en el patio de atrás y ahora se convirtió en un regadero de mate. Claramente estoy consumiendo más”.
García Belmonte estimó que, pasada la pandemia, “algo cambiará”, en referencia al hábito de tomar mate en grupo en el trabajo. “Por eso decidí comprarme uno de esos mates autocebantes”, informó.
Coincide con la decisión de una joven periodista, productora de televisión que charló con este medio y pidió reservar su nombre. Lo del mate podría parecer un tema menor en “la cotidiana”, pero ella enfatizó cómo, en la rutina de un noticiero matutino, esa infusión, compartida en la reunión de producción de la difícil primera hora del día, vino teniendo un rol central que ahora quedó desdibujado: “Vengo al canal todos los días y desde este lunes justamente me estoy trayendo un mate autocebante, que siempre consideré un objeto horrible. Pero realmente estaba extrañando mucho la rutina de tomar”.
Ella y sus compañeros entran a trabajar a las cinco de la mañana y normalmente compartían un “equipo” de mate: “El mate nos acompañaba en todo el proceso de producción… Ahora, para tomar solos casi no tomamos. O, más bien, lo que pasa es que toma uno y después, si queda tiempo, otro lo higieniza y se hace mate para él. Pero casi nunca pasa ya”. ¿Cómo seguirá esta rutina en el futuro? “Yo creo que al final vamos a volver a compartirlo”, estimó.
Si hay un matero fanático, sin dudas es Gabriel Solís, empleado de 40 años, oriundo de Tortuguitas, que ahora vive en el ámbito porteño. Alguna vez, luego de meses desempleado, le tocó elegir entre dos puestos de trabajo: “Confieso que me incliné por aquella empresa en la que en la entrevista laboral tomaban mate”.
Gabriel Solís (40), bebedor ferviente de mate en su casa o en la oficina.
Gabriel Solís (40), bebedor ferviente de mate en su casa o en la oficina.
Es que Solís tiene muy claro que la ronda matera excede los términos de una simple infusión. Es un modo de incluir o excluir, dice. Así, mientras recordaba la primera vez que habló con su actual pareja (“me senté al lado, en la facultad, y le convidé un mate, cosa de iniciar la charla”), también contó que alguna vez usó esta infusión de modo refractario: “Trabajaba en una automotriz, hace unos años, y compartía mate con una persona, nada más, porque estábamos en el mismo cubículo. Nos ayudaba a pasar la modorra después del almuerzo y nos encantaba no convidarle al gerente, como un pequeño acto de rebeldía”.
“Luego (siguió) en un mayorista en el que trabajé, lo que más padecí fue la prohibición del mate, por ese prejuicio burócrata según el cual, si estás tomando mate no estás trabajando. Eso sí, los que salen 15 minutos a fumar o se quedan tomando café en el pasillo sí son productivos”, ironizó.
Hoy trabaja en modalidad home office y comparte el mate con su pareja. Para él es tan simple como que el “el mate es compañía”. ¿Volverá a compartirlo con otros pasado el COVID-19? “Creo que en algún momento se va a volver a compartir; no sé si pronto, pero en algún momento seguramente sí”, reflexionó.
En opinión Carlos Coppoli, subgerente de marketing del Instituto Nacional de la Yerba Mate: “En este momento es claro que las indicaciones sanitarias son lo más importante y nosotros pusimos mucho énfasis en la higiene de los utensilios y en no compartirlos, de modo que cada uno tenga su mate y su bombilla. Pero así y todo, creo que la ronda de mate se amplió. Hoy veo en videoconferencias por las distintas plataformas que la gente literalmente se ‘junta’ a tomar mate, cada uno en su espacio”.
En cuanto a las cifras que se derivan del cambio de rutina, lo que parece haber es una redistribución de hábitos que “compensan” el consumo usual, “inclinándolo hacia un poquito más que otros abriles”, señaló Coppoli, y detalló: “Los argentinos consumimos 280 millones de kilos de yerba mate por año. Hoy, los que están en casa trabajando, quizás están tomando más que en la oficina. Pero algunos, como están con mil cosas, tomarán menos. En definitiva se compensa positivamente”.
Y resumió, “se toma parecido a otros años y no se cumplió ninguna merma por la imposibilidad de compartir la ronda de mate. Se toma más allá de la cuarentena y más del coronavirus”.
Fuente: Irene Hartmann (Clarín)