Ambá y vivero I Porá lanzaron una serie de jornadas de secado tradicional de Yerba Mate con el objetivo de proteger y promover a esta especie nativa.
Secado tradicional de la yerba mate
Cuenta una antigua leyenda guaraní que la Yerba Mate fue un regalo de la diosa de la luna, Yasí, como agradecimiento a un cazador y su familia por haberla salvado de un yaguareté y ofrecerle comida y cobijo en su casa. El mito detalla que fue la propia diosa quien plantó las semillas, quien enseñó a preparar la infusión a los humanos y les indicó que sería símbolo de comunidad. En 2020, cuando la población indígena y los yaguaretés ya no viven en Uruguay, el propósito de la historia de Yasí continúa intacto: el mate es motivo de reunión, amistad y charlas.
Sin embargo, el cultivo de la Yerba Mate, en el país que tiene el mayor consumo per cápita del mundo –estimado en unos 10 kilos por persona anuales– es casi inexistente, salvo por contados ejemplos de pequeños productores nacionales.
“El árbol de Yerba Mate crece en el monte nativo en Uruguay y la sierra de Rocha es el punto más austral en el que se encuentra del mundo”, explicó Rodrigo Patrón, uno de los creadores del proyecto Ambá a El País.
El interés de los creadores de esta organización por este árbol y la elaboración de la yerba que efectivamente se usa al momento de armar el mate estuvo siempre, pero no fue hasta hace dos años cuando recibieron la visita de Alex Pryor, fundador de Guayakí, una empresa B que se dedica a la producción de Yerba Mate y energizantes que decidieron poner manos a la obra.
“Durante
la visita de Alex salimos a caminar. Fue entonces que encontramos el
primer árbol de yerba mate que reconocimos en la Sierra de Rocha y ahí
se abrió todo un nuevo capítulo”, detalló Patrón.
Ese nuevo capítulo
incluyó un viaje a Paraguay en el que el cofundador de Ambá se
interiorizó sobre el trabajo que realizan las familias que trabajan en
las comunidades productoras.
Patrón destacó que en el viaje buscó recuperar la memoria del secado tradicional: “Vimos una comunidad que funciona en relación a la Yerba Mate desde la cosecha que se realiza en familia, el sapecado y el secado. Fue muy interesante observar ese componente de todos trabajando para todos con fuerza y con ganas y dando la mejor porque es para todos”, agregó.
El viaje fue una fuente de entusiasmo e inspiración para Patrón. A su regreso a Uruguay se contactó con el equipo del vivero “I porá” de Aiguá (Maldonado) que trabaja en la recuperación de monte nativo y produce diversos productos orgánicos.
“Fue increíble porque a ellos les enseñó a secar una Yerba Mate; les dijo que su misión era que se produjera en Uruguay y ellos nos compartieron su conocimiento”, aseguró.
Jornadas de secado tradicional en Ambá
A fines de agosto se produjo un nuevo hito en Ambá respecto a la Yerba Mate: la organización tuvo su primera jornada de secado tradicional con amigos y voluntarios. Una experiencia que planean repetir mensualmente durante los meses más húmedos del año.
“Decidimos hacerlo junto a vivero I Porá porque sentimos que teníamos que hacer que se conociera este legado para cuidarlo. Nadie puede querer lo que no cuida y nadie puede cuidar lo que no conoce”, señaló.
El proceso de secado es un arte, indicó Patrón: las hojas se sapecan con la punta de la llama, un proceso muy delicado que hace que estallen los estomas de la hoja haciendo un ruido muy particular; el secado, por su parte, se hace a las brasas y debe ser muy controlado porque un error puede comprometer toda la producción. Esa experiencia es la que marca el diferencial.
“Queremos que la gente pueda venir y hacer la experiencia, porque después que realizás un secado de Yerba Mate, nunca más una cebada tiene el mismo gusto. Es todo un trabajo que hay detrás de cosechar las hojas que hace que la concepción sea totalmente diferente. Entonces quisimos reivindicar el legado cultural de la Yerba Mate y entender cómo es el origen de esta práctica que tenemos tan arraigada”, destacó en diálogo con El País.
Proyectos a futuro
En
la zona que abarca las Sierras de Rocha y Maldonado existen varios
yerbales y hacia el cuidado de esos lugares se apunta desde Ambá.
“Uno
de los proyectos que tenemos para más adelante es poder arrendar esas
tierras para dar valor a las hectáreas de monte nativo”, explicó.
El
valor será económico, además de tradicional, ya que se puede valorizar
una tierra que usualmente no sirve para la producción agrícola o
ganadera por su ausencia de pasturas, explicó uno de los fundadores de
Ambá.
“Queremos
que las personas entiendan que les conviene arrendar el bosque nativo y
generar un ecoturismo de la mano de la producción de plantas y hacer
como un hueco a nivel cultural con lo nativo”, destacó.<
Por
otro lado, los responsables de Ambá se plantean la posibilidad de crear
un producto orgánico que ayude a fomentar la conciencia sobre la
importancia del monte nativo.
“Estos árboles son orgánicos porque están creciendo a monte, sin ningún fertilizante químico o agrotóxicos; además, el proceso de secado se hace con leña que está en las mismas condiciones”, subrayó Patrón.
Inicialmente, la producción será para consumo personal, pero con la mirada puesta en determinar las capacidades de producción y pensando en que “el día mañana pueda existir un producto exclusivo que sirva para apoyar la regeneración del monte”. Y añadió: “Nuestro objetivo es que la Yerba Mate se convierta en un emblema sobre la regeneración del monte nativo”.
¿Cómo reconocer la Yerba Mate en el monte nativo?
La Yerba Mate es un árbol, cuyo nombre científico es Ilex paraguariensis. Crece de forma silvestre en el monte nativo de Uruguay, Paraguay, el sur de Brasil, Argentina, sur y este de Bolivia y ciertas regiones de Chile. Rodrigo Patrón, fundador de Ambá, explicó a ElPaís que para reconocer un árbol de Yerba Mate se debe recorrer un monte nativo saludable, ya que se trata de una planta que crece solo cuando el monte está en buenas condiciones.
“La hoja se puede reconocer porque tiene una especie de dentado bien femenino como con curvaturas, a diferencia del tarahumar qué es más en punta, por ejemplo”, detalló a El País.
Además, es un árbol sin espinas, perenne y con la particularidad de que cuando sus hojas caen se oxidan y se vuelven negras.
“Cuando vas caminando y encontrás una hoja negra en el piso y mirás para arriba. probablemente estás ante un árbol de Yerba Mate”, agregó.
Además, Patrón indicó que se trata de árboles muy grandes, que pueden alcanzar decenas de metros de altura –se estima que tiene una altura media de 15 metros– y cuyo tronco es bastante ancho.
“Muchas veces no podemos abrazarlo completamente con las manos”, indicó. Estos árboles pueden verse en los montes de Rocha, Maldonado, Durazno, Cerro Largo y otros departamentos del norte del país, según se tiene registro.
Se trata de una planta que necesita humedad, una temperatura media de unos 20ºC y sitios con buen drenaje.
Argentina es el principal productor de Yerba Mate con más de la mitad de la producción mundial; le sigue Brasil –de donde provienen las yerbas consumidas en Uruguay– y, en tercer lugar, está Paraguay.